jueves, 11 de marzo de 2010

Representatividad y construcción de significado

La tradición africana, especialmente en países como Ghana o Costa de Marfil simboliza, a través de una imagen, la unificación de la diversidad de sus diferentes pueblos. Se trata de un pájaro que mira hacia atrás portando un huevo en el pico. No es otra cosa que la representación del pasado y del futuro y que recibe el nombre de sankofa.

Muchos de los símbolos, con características propias de pictogramas e ideogramas, son conocidos bajo la denominación de Adinkra, remiten a la representación de conceptos o aforismos, y se utilizan particularmente entre los grupos Akan de Ghana (África Occidental) como ornamento en ropas, tejidos, telares, paredes, cerámica o logotipos entre otros. Cada uno de esos símbolos lleva asociado varios significados (trazando una distancia geográfico-temporal podríamos encontrar un paralelo en las molas de los Kuna o los Quipus incaicos). Se trata de soportes que comunican información y condensan significación.


En sus trabajos, Jaime Arocha Rodríguez, Profesor asociado del Departamento de Antropología e Investigador del Centro de Estudios Sociales de la Facultad de Ciencias Humanas (Universidad Nacional de Colombia), ha investigado estos temas, incluyendo modos de comunicación entre los pueblos africanos, tratando entre otros aspectos las prácticas sociales de grupos migratorios en tierras colombianas.
En el Encuentro sobre Interculturalidad y Biblioteca Pública, el autor ha hecho una mención sobre los griots africanos, recreadores de la tradición oral africana, por lo general nómades que van de pueblo en pueblo acompañados de algún músico, cantando gestas de su comunidad (se los considera bibliotecas vivientes).

Según Amadou Hampaté Ba [Los archivos orales de la historia. En: El Correo de la UNESCO, Mayo-Junio 1986. p. 52-53] los griot de Mali consideraban a la palabra, Kuma, como una fuerza fundamental que emana del mismo ser supremo, Maa Ngala, creador de todas las cosas. La sustancia misma de la historia africana descansa en las llamadas “escuelas de iniciación” u “órdenes”, herederas de aquel legado ancestral, y continuadores del patrimonio cultural de sus pueblos (podemos encontrar una relación con algunos consejos de ancianos de pueblos originarios de América Latina). En ellos han sobrevivido las historias de sus ancestros, la riqueza de sus lenguas y dialectos, y la conciencia de su identidad.

Jaime Arocha reflexionó brillantemente sobre la ignorancia educativa, por parte de la sociedad, del componente africano que ha migrado a Colombia, en muchos casos escapando de la esclavitud y conservando sus tradiciones y creencias, configurando un mosaico multicultural con múltiples connotaciones (islamismo, sincretismo, cosmovisiones originarias, expresiones musicales y artísticas, costumbres y plurilinguismo entre otros).

El autor propone la recomendación de novelas para nutrir el acervo de eventuales bibliotecas interculturales que permitan abrir un espacio de reflexión e interpretación histórica a partir de ciertas lecturas y/o temáticas, entre ellas:

- Los períodos de la trata desde el 1600 en adelante, que lleva a analizar el conflicto étnico que acompañó a los musulmanes que llegaron a estas tierras, provocando rebeliones en los cautivos de Bahía (retorno a Africa en calidad de tratantes)
- “Sego” de Guadalupe Maris Conti (que trata la adopción al Islam de la gente mambará).
- Una novela que trata sobre el inicio de la colonización en el Congo por parte de los belgas, centrándose en el héroe Mandala Mankukú.
- Un relato de un griot explicando como se hace una narración en África (Ahmadou Kourouma)

En todos estos casos se plantea la apertura de un diálogo intercultural desde lo ocurrido en África mediante diferentes formas de narración. Elementos que probablemente hagan a la implementación de bibliotecas interculturales. En este sentido su trabajo nos permite reflexionar sobre la representatividad de las colecciones y la construcción de significado. La biblioteca puede resultar un espacio idóneo donde decodificar, desde el letramiento, las prácticas sociales que circulan en la oralidad. Se trata de articular ideas que nos permitan una representación del saber comunitario, un modo de facilitar la comprensión a todo tipo de usuarios. Por ende el bibliotecario deberá interpelar estas escrituras dentro de la comunidad, generar pensamiento crítico, literatura propia, consideración de los diferentes tipos de soportes, etc.
En Derqui hemos recibido libros sobre culturas originarias. Quedará como tarea pendiente acordar un encuentro con algunos referentes del Centro Daviaxaiqui para reflexionar en torno a estas lecturas.

Bibliografía complementaria:
Buenos Aires negra. Identidad y cultura / Leticia Maronese (comp.)
El negro en Colombia: en busca de la visibilidad perdida / Diego Luis Obregon - Libardo Córdoba (comp.)

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